La firma tras la historia: autores que recurren a seudónimos

Muchos son los escritores que, a modo de experimento, evasión o incluso por necesidad, han recurrido a seudónimos y nombres falsos para publicar sus obras. La última de la lista ha sido J.K. Rowling, la conocida autora de la saga Harry Potter que, bajo el nombre de Robert Galbraith, ha publicado su nueva novela The Cuckoo’s calling. La escritora reconoció que se acogió al seudónimo para huir de la presión que había tenido que soportar al publicar sus anteriores novelas.

Lo curioso de este caso es que, mientras el libro anterior de Rowling, The Casual Vacancy, fue un éxito de ventas pero recibió unas críticas regulares, la novela escrita bajo seudónimo resultó tener críticas estupendas a pesar de alcanzar un número de ventas mucho menor. Rowling nos ha demostrado con su máscara provisional que a veces es bueno olvidarse de la firma y centrarse en el contenido.

Casos como éste nos recuerdan a otros autores que, por un motivo o por otro, han usado seudónimos en alguna de sus obras. Entre las mujeres podemos destacar escritoras como Cecilia Böhl de Faber (más conocida entre los libros por su seudónimo Fernán Caballero), o Charlotte, Emily y Anne Bronte, que escribían como los hermanos Bell. En esa época, la mayoría de las escritoras que se acogían a seudónimos lo hacían para huir de los prejuicios existentes en la sociedad con respecto a las mujeres.

Otros autores usaron el seudónimo como medio para escapar de la censura, o ser más libres a la hora de escribir de cara a las críticas y la reputación. Entre los nombres más conocidos en el mundo de los seudónimos podemos mencionar a Azorín y a Clarín. Pero existen motivos aún más complejos para esconderse tras un nombre falso, tales como el de Stephen King, que en los años 70 publicó seis novelas con el nombre de Richard Bachman. ¿El motivo? Nada más que una recomendación de su editor, que consideraba poco conveniente saturar el mercado con las obras de King.

Existen muchas razones para acogerse a un nombre diferente en el mundo de los libros, pero todas tienen algo en común: nos demuestran que lo más importante de un libro es su historia.

Fuente: El Confidencial

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